No sólo a veces, ahora puedo decir que es siempre.
La necesidad de escribir crece cada día más. No importa cómo, ni dónde, ni por qué, o cuándo. Lo que importa es escribir.
Y ha pasado el tiempo… la respuesta está clara. ¿Para qué?
Es poco lo que reflexiono acerca de mí. La mayor parte del tiempo paso reflexionando acerca de otros, y me doy cuenta de lo poco que me conozco, y lo mucho que conozco a las personas que me rodean.
¿Quién soy? Es la pregunta cliché que se hacen millones de personas, y me atrevo a decir que muchísimos filósofos y poetas han pasado toda su vida escribiendo para encontrarse con ellos mismos, poder conocerse…
Siempre había encontrado ridículo que existieran personas que ocuparan gran parte de sus vidas tratando de responder a la pregunta ‘cliché’.
Ahora doy vueltas en una silla, y me topo con el gran espejo de mi habitación, pero no me reconozco…Y es simple: si aún no logro conocerme, tampoco podré re- conocerme.
Y escribo, y me siento bien, pero extraña, siento que cada palabra que aparece en la pantalla la escribe otra persona.
Pero no es fluido. Me quedo largos minutos con la vista pegada en un objeto al cual no estoy viendo realmente, pues mis pensamientos están en otro lado, en otra cosa. Me vienen imágenes extrañas, esos recuerdos de una niñez que pagaría por repetir, por disfrutar nuevamente. Pero no puedo escribir tan rápido como iban en ese momento mis pensamientos, porque ahora estoy pensando en las palabras que estoy escribiendo, y se me olvidaron los pensamientos que había estado pensando hace unos segundos atrás…y esa es la historia de mi vida…olvidar fácilmente.
O quizás recuerdo más de lo que podría imaginar. Porque aún recuerdo cómo era la pieza de la primera casa en donde viví, y debo haber tenido unos tres años, pero ¿¡Por qué recuerdo esas cosas!? Y ¿Por qué no puedo recordar situaciones que acaban de pasar, hoy mismo, por ejemplo? Quizás estas situaciones las recuerdo cuando pasen unos cinco años más, y me pregunte ¿Por qué recuerdo lo que hice hace cinco años y no recuerdo el hoy?
Recuerdo fácilmente las cosas que hacía cuando era niña…Ir al colegio, disfrutar cada minuto, estudiar, (me fascinaba estudiar!!!!) sacarme buenas notas, luego llegar a casa, saludar a mis padres, e irme a jugar con mis hermanos a las plazas que habían en la villa “Gran Bretaña”, junto con unos 30 niños más. Eran horas y horas escondiéndonos bajo los autos, atrás de los árboles, y “¡un, dos, tres, por mí!”, las escondidas. O a la pinta; aún tengo una especie de imagen cinematográfica en donde veo a todos mis amigos y mis hermanos corriendo por todo el parque, y yo junto a ellos, escapando del niño que debía “pintar”…
Luego se anochecía, y salían todas las mamás, o las nanas, a llamar a los niños para que entraran, y así, con mis hermanos, entrábamos a casa, cenábamos todos en familia, y luego mi padre me leía cuentos.
Que importaba la rutina, si lo pasaba todos los días bien, y los fines de semana mis amigos del colegio iban a mi hogar y compartían conmigo y con mis amigos de “el barrio”, era lejos lo mejor.
Así fue todo color de rosas, todo un paraíso; no existía -en ese entontes- nada que me hiciera daño, no conocía la infelicidad, la maldad, no salía de mi burbuja, por lo que no conocía el mundo en realidad.
A los nueve años abrí recién los ojos. Los cambios que vienen después de esa edad son interminables, y estaría horas escribiendo cada suceso que no quiero recordar.
No había juegos, no había plazas, mis amigos se quedaron y nunca más los volví a ver…Y creo que si alguno de estos días me encontrara con alguno de ellos, no lo reconocería, o quizás, me pondría a llorar, por el sólo hecho de recordarme lo que fue la etapa más linda de lo que llevo de vida.
Pero no todo fue tan terrible después de los nueve. A pesar de tener que comenzar otra vez, de conocer amigos nuevos, de entrar a otro colegio, de vivir en otro barrio, las cosas comenzaron a salir bien. Seis años llenos de cambios, de decepciones, ilusiones, aventuras, etc. Luego, a los 15 tomé conciencia –recién- de todo, e hice una recapitulación de toda mi vida hasta ese entonces, me di cuenta de muchas cosas. Da lo mismo si se entiende o no lo que quiero decir, porque en realidad estoy escribiendo para mí, no para el/la que se de la lata de leer todo esto. Sé que la gente que realmente me conoce entenderá rápidamente por qué los 15 fueron tan importantes para mí. Y es que algunos podrán decir “está bien, los 15, la fiesta elegante, la edad en donde se entra a la adolescencia, bla...blá”. Pero no es eso.
Fue ahí cuando vi caer la última gotita que rebalsaría el vaso. Desde entonces comencé a ser otra, y desde ese entonces me cuesta mucho conocerme.
Algunos dicen que soy una buena persona, otros dicen que he sido mala.
Y yo qué sé. Yo sólo soy yo, si tengo que reírme por algo, lo hago; si tengo que llorar, lloro. Si tengo que ser egoísta, lo soy; si debo ser humilde, lo soy; si debo ser arrogante, también. Porque todo depende de las circunstancias, del espacio, del tiempo, de las personas. Quizás lo malo es ser tan impulsiva, y no pensar antes de hacer las cosas.
Quizás lo malo sea pensar mucho las cosas antes de hacerlas…Yo qué sé.
Creo que sólo sé que aún no he madurado (no lo digo por el físico solamente ¬¬)
Sigo cometiendo los mismos errores de los que supuestamente debí aprender…
Su bipolaridad fue lo único que heredé, y es así, un día feliz, otro no tanto, otro es triste, y otro es normal, y así…entonces no es bipolaridad, no son dos polos extremos. Acabo de descubrir que tan bipolar no soy. (Gracias, nuevamente, a la escritura).
Pero quizás no sea bipolar, sino simplemente, una niña insegura, e inmadura que aún no sabe qué cosas quiere. Y por eso, día a día cambia su manera de ser, sus ideas y pensamientos, sus estados de ánimo, etc.
Aún no entiendo cómo tanta gente me quiere, y no me interesa si esto suena o no ególatra, o soberbio o que se yo ¬¬’ (suelo no saber nada), pero siempre me pregunto lo mismo, ¿Por qué tengo amigos que me quieren tanto, por qué mi familia me quiere, por qué?
Cuando trato de conocerme lo único que veo son mis defectos y mis malos pensamientos, la envidia que siento hacia algunas personas, los celos que tengo con otras, las ganas de golpear a niñitas tontas…lo “pécora” que puedo llegar a ser con la gente, me asusta. Pero aún así, hay gente que me quiere, y no es porque no me conozcan realmente.
Mis amigos y mi familia me conocen de una manera impresionante, que a veces me asusto cuando logran leer algún pensamiento, cuando logran descifrar alguna mirada, o cuando saben perfectamente que es lo que quiero hacer en un determinado momento. Saben perfectamente qué cosas tienen que decirme o hacer para subirme el ánimo. Saben qué hacer para enojarme, y saben cómo hacerme sufrir.
Sin ellos, yo, = 0
Creo que a ellos debo preguntarles ¿Quién soy?
Hace unas horas le mandé un mail a un amigo (Vicente!!! Saludos!!!:D), y le conté mi rutina. Me di cuenta de que no quiero salir de ella. Mi rutina, la de hoy, la que tengo hace varios meses, es una rutina que me ha hecho vivir.
En 10 meses han pasado más de un millón de cosas que me han hecho crecer, y ahora puedo decir que estoy volviendo a ser esa niña feliz de la infancia, que estoy entrando en una nueva etapa que trae sueños, ilusiones, deseos.
Y ahora (así como cuando cumplí los 15) quise recapitular un poco, y quiero dar gracias a todos mis amigos que me han hecho crecer y ser la gLo que ustedes conocen (y que yo estoy aprendiendo a conocer). Quiero pedirle perdón a todas esas personas que no he tomado en cuenta, que he dejado de lado y a las que he hecho sufrir por culpa de, no lo sé, ¿mi personalidad?
Estoy bien.
Todas las cosas pasan por algo (obvio)
Pero siempre son para mejor, y eso lo tengo muy claro. (Quizás sea lo único que tengo claro, y lo único que pude aprender de los errores).